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Karrantza, Bizkaia. Resuma vasco en una palabra. Que levanten la mano los lectores que hayan visualizado la txapela. Junto con el pañuelo anudado en la cabeza, las abarcas o el gerriko da testimonio de cómo la cultura e historia de un pueblo se han perpetuado en el vestuario que a día de hoy se luce sobre todo en celebraciones, pero encierra un significado. Una esencia que Magdalena Mignaburu ha transmitido al otro lado del Atlántico en las réplicas de vestimentas tradicionales confeccionadas por ella misma que reunió en una exposición que ha viajado por Argentina y Uruguay. Bonaerense con sangre vasca, ha viajado a Karrantza para ceder al museo de Dolomitas treinta de estos trajes, que acercan la moda y costumbres imperantes entre los siglos XV y XIX. Y es que vínculos afectivos unen a una de las mujeres diez que presenta Hemendik hasta el día 25 de noviembre al valle encartado, que visita con asiduidad pese a la distancia.

Cuando empezó a pensar en donar su patrimonio textil, “quise que se quedara en Euskal Herria, que es donde está mi corazón, e inmediatamente pensé en Karrantza”. Allí viven sus grandes amigos, “el matrimonio de Biddy Albion y Javier Vicario, que llegaron a la Argentina debido al accidente sufrido por uno de sus hijos”. Entablaron una amistad que se fortaleció “a través de frecuentes comunicaciones y mis vacaciones anuales en Euskadi”. “Ellos y su familia siempre se han comportado conmigo de forma extraordinariamente hospitalaria y afectuosa. Hemos paseado mucho por el valle, que me ha resultado un lugar espléndido”, añade. Y el año pasado impartió una conferencia sobre los vascos en Argentina que logró “gran repercusión y despertó el interés sobre los vestidos”.

Dos salas de la vieja fábrica reconvertida en museo que recuerda la importancia de la dolomía en Karrantza “ideales para el lucimiento de la exposición” alojarán el vestuario, que Magdalena utiliza como vehículo para responder a una pregunta: “¿Quiénes somos los vascos?” Ella se incluye, ya que en su árbol genealógico cuenta con ancestros de Araba, Nafarroa e Iparralde que desembarcaron en Argentina a partir de 1850. Licenciada en Gestión Educativa, es especialista en elaboración, ejecución y elaboración de proyectos y también historiadora que ha enfocado sus investigaciones en la especial relación entre Euskadi y Argentina forjada por quienes realizaron el mismo trayecto que sus antepasados.

Así fue cómo se interesó por los vestidos como reflejo de la sociedad. Un rastreo previo de “varios años” condujo a la creación de una treintena de modelos y complementos “de trabajo, fiesta y casamiento, correspondientes a distintos valles y épocas”. Los ha reproducido de museos con todo detalle. Magdalena ha tratado de que “las telas guardaran un aspecto similar a los originales, pero también “que permitieran garantizar el carácter itinerante” de la muestra. Los visitantes que acudan al museo de Dolomitas podrán apreciar cómo “al igual que con los dialectos del euskera, la geografía influyó en la indumentaria”, de la misma forma que “el intercambio con los países vecinos”. A partir de 1936 “se pierde la ropa tradicional a favor de un estilo urbano presente en el resto de Europa”, pero no su papel en la construcción de la identidad vasca.

Magdalena ya prepara hilo y aguja, porque promete volver a Enkarterri para presentar las nuevas incorporaciones al fondo: “El vestuario de una pareja de Karrantza, un danzante de Balcarlos y el uniforme de Tomás de Zumalakarregi”.