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Robert Grenier encontró el San Juan: “Nunca imaginé un futuro así para la nao, que hoy es un icono internacional” (Deian)

2015/05/19

Robert Grenier, el arqueólogo canadiense que encontró el ‘San Juan’, dará una charla hoy en el museo San Telmo. Robert Grenier, quien fue el director de la investigación arqueológica del pecio de la nao San Juan, se mostró muy emocionado al acudir ayer a la Factoría Marítima Albaola, donde explicó cómo fue la búsqueda y el hallazgo del ballenero vasco hundido en aguas canadienses en el siglo XVI.

Lotura: Deia

Marta Esnaola/Pasaia, Gipuzkoa. Hoy compartirá su experiencia en la charla Avant-garde de l’architecture navale basque dans les terres nouvelles et l’estuaire du Saint-Laurent Kanata en el Museo San Telmo a las 19.00 horas, dentro del programa Oreina Urkian Kanata que ha organizado Jazaurrea. Grenier fue líder del servicio de arquelogía subacuática de Parks Canada y expresidente del comité científico para preservar el patrimonio marítimo de Unesco. Hoy en día, es el jefe del proyecto sobre el estudio del ártico de Parks Canada.

“Siento una gran emoción al ver hasta dónde ha llegado la nao San Juan, después de haber pasado ocho años trabajando debajo del agua y otros 30 de investigación”, declaró el canadiense, que ya visitó el día de su inauguración. Sentado en el interior de la réplica de la nao que están realizando en la factoría de Pasai-San Pedro, recalcó la importancia del San Juan, que a su juicio es un “tesoro histórico” y además, es el icono del patrimonio subacuático de Unesco. “Su hallazgo sirvió de punto de partida para que comenzaran a investigar el patrimonio subacuático internacionalmente”, agregó. “Nunca me hubiese imaginado un futuro parecido para el barco, que es un icono por la calidad de la nao y por el trabajo que se realizó”.

Grenier recordó el día en el que encontró los restos de la nao en la costa canadiense en septiembre de 1978. Tenían “unos documentos vascos que hablaban de la desaparición del barco en Canadá”, por lo que todos los días se sumergían en el agua para buscar la embarcación. El Día del Trabajo en Canadá, el primer lunes de septiembre, a Grenier le tocaba el turno de tarde, y cuando habló con el compañero que trabajaba esa mañana, este le dijo que creía haber encontrado algo pero no pudo alcanzarlo por la marea.

“Bajé y al final pude encontrar unas barricas -continuó-. Me quité el guante para tocar las maderas, que estaban cubiertas de una especie de grasa”. Después se dio cuenta de que era aceite de ballena. “Ese momento fue cómo cuando estás revelando una foto en una sala oscura y te das cuenta de que has conseguido la fotografía que buscabas”, apuntó el arqueólogo, que lleva 45 años de trabajo a sus espaldas. Aseguró que el instante del descubrimiento le latía el corazón a mil por hora por la emoción.

Debido al hallazgo, Grenier sintió una gran responsabilidad. Ese mismo año se había publicado un libro sobre un galeón español del que habían encontrado una pieza. “Nosotros teníamos mucho más que eso, ya que la madera era de una calidad muy buena y encontramos el espejo de popa y un trozo de la quilla”, señaló. “Tenía muchísimo material para investigar”. Antes que nada, viajó a Europa, pero nadie quiso ayudarle, por lo que tuvieron que invertir una gran cantidad de dinero.

En cuanto al trabajo, cada día se sumergían cerca de una hora, pues el agua estaba a 0 grados. “Afortunadamente, después inventaron unos buzos de neopreno con unas mangueras de agua caliente, por lo que durante esos ocho años pudimos permanecer bajo el agua cerca de catorce horas diarias”, afirmó. En la posterior investigación pudieron recrear los planos de la nao, los cuales utilizan en Albaola para construir la réplica.



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