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Futuro incierto de los baserriak; en Eibar, de 220 caseríos, apenas quedan poco más de dos decenas: los motivos

10/01/2006

Caserío Sosola de Eibar, hoy también agroturismo
Caserío Sosola de Eibar, hoy también agroturismo

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El baserri (caserío) se halla en franco declive y su pérdida supone la pérdida de un importante patrimonio histórico en buen número de localidades vascas. En Eibar (Gipuzkoa), de 220 caseríos se ha pasado a contar 140, de los cuales 22 se han reconvertido en casas y 84 han desaparecido. En algunos casos, como en el del caserío Eltzartzaga, su desaparición implica eliminar una historia iniciada hace al menos 400 años, según señala este reportaje de Alberto Echaluce en El Diario Vasco.
El caserío como explotación agrícola desaparecerá en breve plazo, también en Eibar, puesto que ya no quedan muchos como explotaciones agrícolas o ganaderas. Los motivos por los que va desapareciendo esta ancestral actividad rural vasca son, en síntesis, tres: el desinterés de las nuevas generaciones, las dificultades de explotación y la presión urbana sobre el suelo rural para la edificación.

En Eibar, de 220 caseríos que existían sólo 114 continúan activos. De ellos, 22 se han reconvertido en casas y cerca de 84 se consideran como desaparecidos, entraron en ruina o quedaron demolidos dejando pequeños vestigios. Otros son ahora sociedades, restaurantes o chabolas de uso por cuadrillas. En Gipuzkoa, de 11.000 caseríos, un total de 2.000 han desaparecido.

Nuestros caseríos, también, están caracterizados por la proximidad con el entorno urbano, por lo que, en buena medida, también ha sido una de las causas para iniciar el abandono hacia el caserío. «Me dí cuenta de que el proceso de abandono de los caseríos era patente», explica Asier Sarasua, uno de los coautores del libro Eibarko Basarrixak, junto con Ane Sarasketa, Nagore Bengoetxea e Inmaculada Oruezabal.

Desarrollismo

Esta publicación fue editada por la comisión Ego Ibarra, en homenaje a David Arriola. Anteriormente, en un listado realizado por José Chinchurreta y Angelita Guisasola, en el año 1972, se recogía ya la desaparición de 43 caseríos, de los cuales 18 se encontraban en Otola. La implantación de muchas industrias en esta zona fue la causa principal de su desaparición. «A partir de la década de los 50 con la expansión de Eibar, motivada especialmente por el desarrollismo, se produce la primera criba de caseríos por la construcción de los nuevos barrios de Amaña, Urki.

De hecho, en Urki ha desaparecido, recientemente, el último caserío que ha existido, conocido como Urki Kurutzekua. En los años 60-70 ya se decía que el caserío entraba en proceso de declive». La implantación de muchas industrias en esta zona fue también la causa principal de su desaparición.

Crisis en los 80

Pero la crisis económica de los años 80 y una generación que aún era agrícola, nacida en el medio rural, mantuvo la agricultura, aunque trabajara en el medio urbano. Los baserritarras bajaban a Eibar y compaginaban el trabajo en la industria con el mantenimiento de sus explotaciones agroganaderas. Sin embargo, un proceso que supuso la desaparición de muchos de los caseríos en nuestro término municipal fue la construcción de la autopista. «Entre 1970 a 1972, coincidiendo con la construcción de la autopista, desaparecieronn 12 caseríos», expresa Asier Sarasua.

Sin embargo, a partir de la década de los 90, Sarasua observa una nueva generación, la de los hijos de aquellos baserritarras que reniegan del trabajo en el caserío. «Lo que se veía en los sesenta y se frena en los ochenta, se palpa en los noventa». Así, las comodidades de vivir en los centros urbanos son comparativamente muchísimo mayores, y el entronque con el caserío se va diluyendo.

Sólo pervivirá el 10%

Igualmente, Cruz Alberdi, doctor en Geografía, confirma lo que se decía y oía desde hace cuatro décadas: «Completamente. Se constata que el abandono del caserío es mayor de lo que veías cuando yo mismo trabajaba en la agricultura. Ahora estoy en la universidad, en el departamento de Geografía, de Vitoria, dando clases en euskera. Analizas otros estudios, como El caserío vasco, de María José Ainz, y ya en 1999 comentaba que de cada diez caseríos sólo uno se especializa. Yo calculo que de diez, uno sólo continuará como tal, aunque todos tienen actividad, ya sea por tradición o porque vive el aitona en él».

Adiós a la sociedad rural

La actividad agrícola pierde progresivamente peso como factor predominante de la actividad económica en el caserío: «La que hay es muy marginal. Es agricultura de ocio, con una incidencia económica mínima. Dentro de una década, nueve de cada diez caseríos quedarán muy marginalizados. Igual mantienen cinco cabezas, una huertita o unos pocos árboles frutales».

La cifra es irrelevante. Más cuando el caserío ha sido uno de los pilares de la sociedad rural vasca. «Socialmente es fundamental. Desaparece también la gran familia, el mayorazgo. No se pierde el euskera, ni los orígenes de nuestra sociedad. Se pierde la sociedad rural en sí misma, el trabajo en auzolan (cooperación entre vecinos), tradicional en las comarcas con caseríos. Hemos pasado en muy pocos años a la sociedad urbana».

Alberdi no ve posibilidades de recuperación de esa identidad «porque el mundo joven no apuesta por la agricultura». El autor quita, en todo caso, trascendencia a este proceso. «Tampoco es algo negativo. Es una realidad. Los baserritarras perciben ahora ingresos que antes no se tenían. Si no se los da la agricultura de montaña se los ofrece el medio urbano. Eso no es malo».

Especialización

El caserío que quede «se especializará. O ya lo ha hecho, y en ese caso obtiene buenos rendimientos económicos, aunque muchos caseríos no ganan para llegar a fin de mes». Esta situación no es singular. «El proceso de desaparición de unidades agroganaderas se está dando en toda Europa. Sólo que en nuestro caso, en Gipuzkoa, es un territorio más urbano».

Ni siquiera cabe la opción de cooperativizarse, unirse varios caseríos y producir más y mejor a menor costo. «Ocurre, por ejemplo en Asturias. Los que se van, ceden los terrenos a los que se quedan. Pero aquí somos muchos caseríos y muy pocos los que continúan. La proximidad física de la ciudad es decisiva en Gipuzkoa», señala el historiador Cruz Alberdi.


PÉRDIDA DE PATRIMONIO HISTÓRICO

A.E./Eibar. La pérdida de nuestros caseríos ha conllevado también a la desaparición de un importante patrimonio histórico. Un ejemplo importante constituye la desaparición del centenario caserío Eltzartzaga, cuyas primeras referencias datan de 1601, hace cuatrocientos años.

Este edificio era perfectamente visible desde la rotonda de Azitain. Con su derribo cambia el paisaje de esta zona, para la construcción de un hotel. Según las referencias recogidas en el estudio de los caseríos eibarreses, Eltzartzaga surgió en el entorno del palacio de Unzueta (actual colegio de La Salle). Un antiguo dicho sitúa a este caserío como el más soleado de toda la zona. No obstante, se ha conseguido mantener como conjunto monumental a dos caseríos eibarreses --Kutunegieta Erdikoa 'Erdiko' y Kutunegieta Goengoa 'Guenetxe'-- situados en el valle de Arrate. La calificación como monumento sólo la tiene hasta el momento otro caserío eibarrés, Sosola, que fue declarado monumento hace unos años. Los caseríos Kutunegieta son un conjunto de tres caseríos situados en un cordal de fuerte pendiente en las laderas meridionales del barrio rural de Arrate. De Kutunegieta Erdikoa la primera referencia que se conoce es del año 1851.

El caserío Kutunegieta Goenengoa es de planta rectangular. Se trata de un edificio de pequeño volumen, construido en mampostería con esquinales de sillares de piedra caliza. Consta de una planta y desván.

Al sur de Kutunegieta Goenengoa se ubica Kutunegieta Erdikoa, edificio de planta rectangular. Está construido en mampostería con esquinales de sillar y consta de dos plantas y pequeño desván. La declaración de un edificio o de un espacio como bien cultural de interés significa que los edificios o espacios protegidos tienen que ser preservados y no pueden ser objeto de cambios sin autorización.



Esther Gisasola, del caserío de agroturismo Sosola:
«EL CASERÍO SE PIERDE PORQUE SE OLVIDA LO BUENO, LO NUESTRO, LO BIEN HECHO»

A.E/Eibar. El caserío Sosola se encuentra en las faldas del monte Urko y constituye el mejor ejemplo de reconversión de un caserío en un agroturismo y en una explotación ecológica. Siendo un caserío tradicional, el objetivo principal de la familia Gisasola fue el restaurar la casa y vivir de ella. Para ello, apostaron por la originalidad y la diversificación, para lo que catalogaron el caserío como Monumento Histórico y realizaron las tareas de restauración con mucho cuidado, conservando las características históricas, del siglo XVI. Cuatro habitaciones dobles, componen la oferta de este agroturismo-pequeño hotel, con su grande sala de estar y una cocina decoradas con mucho gusto. Su objetivo ha sido crear un ambiente acogedor. Igualmente, mantienen las labores agropecuarias. Son más de diez años los que llevan dedicándose a la agricultura biológica.

--¿Cuáles son las causas de la desaparición del caserío como explotación?

Yo creo que tiene su causa en que las multinacionales han accedido con sus productos a todos nuestros mercados. Estos mismos productos se han comido todo lo que ofertaba y producía el baserritarra. Existe un olvido total hacia el caserío y hacia todo lo cercano, al producto nuestro, a la calidad, a todo lo bien hecho.

--¿Qué productos ofrecen a los clientes?

Los productos son los que ofrecemos a los clientes en el desayuno: pan biológico, queso, mermelada, frutas, verduras... Hoy en día llevamos en marcha 100 ovejas, 5 vacas, una huerta y una panadería. La actividad agropecuaria se realiza con el fin de recuperar ecológicamente el monte Urko.

--¿Qué tal está funcionando el agroturismo?

Muy bien estamos muy contentos. Ahora tenemos lleno de alemanes. Y, lo más importante, es que hemos sido objeto de una amplia entrevista en una prestigiosa revista de decoración que se llama Casas de Campo. Nos ha incluido como un ejemplo de originalidad y de transformación de un caserío en casa de campo mixta, para alojamiento y explotación.

--¿Qué es lo que más valora su clientela?

El buen trato, el sitio acogedor del lugar, los paisajes con Urko detrás. Hemos podido crear una oferta bonita que gusta a muchas personas extranjeras y de otras provincias.

--Además, se ha conseguido reformar el camino de acceso.

Efectivamente, después de mucho insistir contamos con un camino remodelado, gracias al apoyo del Ayuntamiento de Eibar y la asociación de agricultura de montaña Debemen. Era muy dificultoso acceder desde Amaña. Esto acerca más a la clientela. Es importante facilitar el acceso al visitante.


CAUSAS DE LA PÉRDIDA DEL CASERÍO

Mano de obra: La población más joven no muestra interés en tomar el relevo en continuar con las labores agrícolas del caserío. Cuando el casero cumple más de 50 años y debe comenzar el relevo generacional, éste no existe como tal. Coincide que esta juventud apenas ha conocido la sociedad rural, como hasta los años sesenta, y está urbanizada.

Proceso de abandono: El abandono de las labores agroganaderas en el caserío se va materializando paulatinamente: no hay renovación, ni mejoras en la explotación, extensificación (de leche a carne o a ovino), marginalización económica y la realización de una actividad residual (cuidar la huerta los fines de semana). El suelo agrícola se reduce también progresivamente.

División del caserío: Desaparece el mayorazgo y el caserío familiar se reparte por igual entre los hijos. El valor económico de la parcelación hace que sea imposible que uno solo adquiera todo para mantener el dominio y la productividad del caserío.

Actividades sustitutivas: El agroturismo y otras actividades complementarias, como la conversión en restaurantes, son sustitutivas del rendimiento agroganadero.

Propiedad reducida: La unidad agrícola atlántica se constituye en una unidad de agricultura de montaña, zona desfavorecida para usos agrícolas por las pendientes. La superficie agrícola en propiedad es reducida. Se recurre a mano de obra exterior y aumentan los gastos variables. Disminuyen los beneficios netos.

Proximidad de la ciudad: La cercanía de la urbe elimina progresivamente la función agrícola. El precio del suelo rural se empieza a valorar como urbano. El suelo rural comienza a ser reservado para su urbanización y consiguiente beneficio económico. Muchas veces la proximidad urbana provoca desánimo e inestabilidad al propietario de la explotación agroganadera.

Inexistencia de ayudas: El alto precio del suelo imposibilita poner en marcha políticas de desarrollo y mejora en este sector que permitan retirar suelo del mercado especulativo. Se genera pérdida de empleo.

Oferta laboral en la ciudad: Es otra de las razones por las que las nuevas generaciones abandonan el caserío. La dureza del trabajo agrícola, la falta de tiempo libre, el esfuerzo físico y las inversiones pierden ante la oferta de un puesto laboral medio.

Futuro: El sector agroganadero está caracterizado por una política que tiene entre sus objetivos crear un sector competitivo, capaz de hacer frente y sobrevivir en una economía de libre mercado.

(publicado el 23-12-2005 en El Diario Vasco)


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