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El argentino Gastón Mendiolagoitia visita Orozko en Bizkaia para ver el solar y el caserío de sus antepasados

25/07/2018

Gastón Mendiolagoitia muestra el libro 'Cédula de Hidalguía'obtenido en 1787 por uno de sus antepasados que tuvo casa-solar en Orozko (foto Susana Martín-Deia)
Gastón Mendiolagoitia muestra el libro 'Cédula de Hidalguía'obtenido en 1787 por uno de sus antepasados que tuvo casa-solar en Orozko (foto Susana Martín-Deia)

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Gastón Mendiolagoitia lleva tres viajes al País Vasco y poco a poco ha ido armando su árbol genealógico. Gastón ha visitado con gran emoción Orozko (Bizkaia) y ahí la casa y solar Mendiolagoiti. Los Mendiolagoitia argentinos se hallan en posesión de su Libro de Familia (1787) y de una Cédula de Hidalguía (1749) que acredita a su antepasado Francisco Mendiolagoitia como Infanzón. Reportaje del diario Deia que firma Susana Martín.

Susana Martín / Orozko, Bizkaia. Gastón trae consigo la ‘Cédula de Hidalguía’ que en 1787 convirtió en ‘infanzón’ a uno de sus antepasado. Para los Mendiolagoitia no es un libro cualquiera. Es El Libro de la Familia. Datado en 1787, ha pasado de generación en generación y ha traspasado fronteras territoriales e, incluso, estatales para acabar allende los mares, en Argentina. Un peregrinar que arrancó cuando Francisco Antonio María de Mendiolagoitia y Mathe -bautizado en la parroquia de San Juan Bautista de Orozko un 23 de Julio de 1749- incoó ante la Real Chancillería de Valladolid expediente de vizcainía, obteniendo auto en su favor.

“De Orozko salió mi ancestro que se trasladó a Valencia alrededor de 1770 o 1771. No tengo claro cómo hemos terminado en Argentina, pero quien vino desde España fue mi bisabuelo Servando, nacido en 1859 en Altafulla, Tarragona. Tuvo 5 hijos, uno de ellos mi abuelo Alfredo”, explica Gastón Mendiolagoitia, actual depositario del documento histórico.

Aunque el origen y significado de tal singular legado “siempre generó cierta curiosidad en la familia” fue su padre Jorge el que “empezó a hacer anotaciones e intentó interpretarlo”, explica. De hecho, llegó a acudir a una Euskal Etxea “donde le informaron de que era una solicitud de nobleza vizcaina”. Sus indagaciones también le llevaron a descubrir que en Orozko “había algo físico, una casa que llevaba el nombre de Mendiolagoiti y que perteneció a nuestro ancestro Francisco Antonio María”. Y Jorge la llegó a ver y conocer “ya que viajó a Orozko en 2001 y 2002”.

Fue en 2014, tras el fallecimiento de su progenitor, cuando Gastón Mendiolagoitia -de 47 años, nacido y residente en Buenos Aires- retomó la investigación “de manera amateur” buscando información “sobre todo por Internet y haciendo contactos por e-mail”. Poco a poco, ha ido “armando” un árbol genealógico “hacia arriba” con ramificaciones que se remontan a 1530. Una de sus fuentes ha sido el Archivo Histórico Eclesiástico de Bizkaia, en Derio, donde incluso pasó tres horas hace dos años, en su primera visita a Orozko con parte de su familia. Estuvo solo dos días pero, al igual que su padre, pudo acercarse hasta el solar de Mendiolagoiti y pisar “con gran emoción” el terreno de sus ancestros y la casona, ahora abandonada, que habitaron.

Vuelta a su origen

“Lo que me atrae de Orozko es algo difícil de explicar, pero a medida que han pasado los años se me hizo necesario visitarlo, conocerlo”, afirma el bonaerense. Tanto es así que ha vuelto a cruzar el charco. Esta vez solo “y con algo más de tiempo” para, simplemente, “estar aquí, pasear y sentirme, por unos días, parte de Orozko”.

Eso sí, lo ha hecho en compañía de El Libro de la Familia, un misterioso documento para el que también ha encontrado más información.Tal y como le ha explicado su contacto, y ya amigo, Iñaki García Uribe, se trata de una Cédula de Hidalguía que en 1787convirtió a Francisco Antonio María de Mendiolagoitia y Mathe en Infanzón. “Se concedía antiguamente a vascos que tenían en propiedad solares más pequeños que los nobles y conllevaba algunos privilegios como estar exento de pagar tributos y diezmos, su casa-solar era inviolable, sólo podía ser juzgado por la Justicia Real, podían recoger el doble de leña que los villanos y no estaban obligados a realizar parte de los trabajos comunitarios”, enumera Uribe.

Con este viaje, Gastón ha empezado a cerrar un círculo hasta ahora inconcluso y quién sabe si, en el futuro, logre escribir un nuevo capítulo de la historia familiar en Orozko. “Quizá sea una locura, pero me veo frente al dueño del caserío, preguntando y negociando para volver a decir algún día que otra vez es Mendiolagoitia”.

(publicado originalmente el 12-07-2018 en Deia)



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