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Vascos e indios, los tipos del desierto (en El Diario Vasco)

13/01/2019

Pastores y nativos convivieron en los límites de la sociedad de EE UU hasta que una matanza acabó en 1911 con la marginalidad de los primeros

Enlace: El Diario Vasco

Luis Alfonso Gámez. Se la conoce como la Última Masacre o la Batalla de Kelley Creek. Ocurrió en Nevada el 25 de febrero de 1911. Semanas antes la banda del indio shoshón Mike Daggett había salido a robar ganado para comer y había matado a tres pastores y un vaquero. Los pastores -Bertrand Indiano, Jean-Baptiste Laxague y Pierre Erramouspe- eran ovejeros de origen vasco. Las muertes provocaron una segunda carnicería. En cuanto se descubrieron los cadáveres, una partida liderada por el capitán J.P. Donnelly salió a la caza de los indios. El 25 de febrero los justicieros encontraron a los forajidos acampados en Kelley Creek, acabaron con Shoshone Mike y siete de sus seguidores, y capturaron a cuatro niños.

«La Última Masacre supone un punto de inflexión en la imagen de los vascos en Estados Unidos. Dejan de ser 'black bascos', ciudadanos de segunda como los negros, para convertirse en unos estadounidenses más», afirma Óscar Álvarez Gila, profesor de Historia de América de la Universidad del País Vasco. «Recuerdo haber leído un artículo de un periódico de Nevada quejándose de un tren de vascos que habían llegado de España para quitarles 'los buenos empleos' a 'los estadounidenses de verdad'. El prejuicio y la discriminación contra los vascos existían, pero de ninguna manera igualaron el trato virulento hacia los indios», contaba hace unos años el escritor vascoamericano Frank Bergon, que recreó la matanza en su novela 'Shoshone Mike' (1987).

Desde 1870 hasta la Última Masacre los pastores vascos deambulaban con sus rebaños por el mismo territorio marginal -geográfica y socialmente- que los indios, las tierras públicas de Estados Unidos. Y, a juzgar por la falta de testimonios documentales, parece que ambos grupos coexistían pacíficamente en los límites de la naciente sociedad estadounidense, ajenos a un pasado en el que unos habían sojuzgado militar y religiosamente a los otros. Porque, antes que nada, los vascos fueron en el Nuevo Mundo conquistadores desde que llegaron en 1492 con Cristóbal Colón.

Militares y clérigos

El primer europeo que exploró las tierras al norte del río Bravo -lo que hoy es Estados Unidos- fue Juan de Oñate. Nacido en 1550 en Zacatecas (Nueva España), era hijo del conquistador vasco Cristóbal de Oñate, que había llegado a América en 1524. Juan de Oñate conquistó Nuevo México en 1598, fundó el primer asentamiento europeo al norte del río Bravo y exploró lo que hoy son Arizona y California. En el exterior del Museo de Arte de Albuquerque, un gran conjunto escultórico -'La jornada', de Reynaldo 'Sonny' Rivera- rinde desde 2005 homenaje a la gesta del militar novohispano y los 200 soldados y 400 colonos que, con todos sus animales y pertrechos, partieron de Santa Bárbara, al sur de Chihuahua, a la conquista de Nuevo México. A Juan de Oñate se le atribuye también el bautizo de los apaches en 1598. Se dice que lo hizo al encontrarse con un grupo nativo al que los zuñis, un grupo de los indios pueblo, se referían como 'apachú' (enemigo). El conquistador consideró que 'apachú' era el gentilicio de aquellos indígenas y los llamó apaches.

«En la frontera inestable del norte de Nueva España, hay en los siglos XVII y XVIII gobernadores y militares vascos que combaten a los chichimecas, nombre que se da al principio a todos los 'salvajes' del norte de México. Sería el equivalente a bárbaro», señala Álvarez Gila. Un bilbaíno, Nemesio de Salcedo (1750-1822), es nombrado en 1800 gobernador comandante de las Provincias Internas de Nueva España. «Es decir, de todo lo que es hoy la frontera norte de México y el suroeste de Estados Unidos. Tenía a su mando todas las provincias desde Texas hasta California», explica el historiador. Su hermano Juan Manuel fue el último gobernador de la Luisiana española y su sobrino Manuel María de Salcedo, lo fue de la Texas española.

El primer europeo que exploró las tierras al norte del río Bravo fue Juan de Oñate
PIONEROS

«Durante décadas, al igual que hacia los indios, había prejuicios raciales hacia los pastores vascos»
CIUDADANOS DE SEGUNDA

La familia de Nemesio de Salcedo estaba emparentada con los Manso de Velasco, linaje de origen riojano a cuya rama alavesa perteneció José Antonio Manso de Velasco, primer conde de Superunda, gobernador de Chile y virrey de Perú, recoge, en su libro 'De Cameros a Bilbao. Negocios, familia y nobleza en tiempos de crisis (1770-1834)', el historiador Alberto Angulo. Para este investigador, en la etapa de Nemesio Salcedo como gobernador comandante de las Provincias Internas de Nueva España, «destacan las acciones tendentes a afianzar la seguridad de estos territorios tanto contra las poblaciones indias como respecto a los colonos norteamericanos».

El franciscano alavés Fermín de Lasuen (1736-1803) llega a dirigir las misiones de California, «en donde hay mucho vasco». Fundó nueve, incluidas las que con el tiempo darían lugar a las ciudades de Santa Bárbara, Santa Cruz, San Fernando y San José. «Es la época del modelo reductor, de hacer misiones para los indígenas», indica Álvarez Gila. Aunque también los hay en Arizona y Texas, los misioneros vascos y gobernadores de origen vasco son muy numerosos en la California dependiente del Imperio español. «Todo esto se acaba cuando Estados Unidos se independiza, se queda con esa zona y se la quita a México. El mundo cambia y entonces comienza la época de la coexistencia de indios y vascos en el desierto que acabará con la Última Matanza».


De actividad vergonzosa a motivo de orgullo

L.A.G. Cuando Shoshone Mike y su banda matan en 1911 a Bertrand Indiano, Jean-Baptiste Laxague y Pierre Erramouspe, el pastoreo es en Estados Unidos «una actividad marginal, y hasta cierto punto vergonzosa, a cargo de marginales. Pero ahora los vascoamericanos descendientes de ovejeros son estadounidenses orgullosos de sus orígenes. En la web de turismo de Idaho, en las fotos que ponen para atraer visitantes, hay una de una fiesta vasca. Es decir, se ve el legado vasco como una parte central de la identidad de Idaho cuando hace 150 años no consideraban a los vascos casi ni personas», destaca Óscar Álvarez Gila.

Indios y vascos compartieron durante el siglo XIX terrenos públicos. Los primeros porque estaban confinados en reservas; los segundos porque era donde podían pastar sus ovejas . «No hay testimonios de que existiera un rechazo de los indios a la presencia de los pastores vascos en sus territorios como sí los hay hacia otros colonos europeos. No sabemos si es porque no existía esa animadversión, porque no se ha estudiado el tema lo suficiente o porque, simplemente, ambos grupos se encuentran en los márgenes de la sociedad», apunta el historiador.

«Durante décadas, al igual que hacia los indios, había prejuicios raciales hacia los vascos». En contra de la integración de los pastores vascos en la naciente sociedad estadounidense está su trabajo, solitario y que hace que no aprendan el inglés o se manejen en él con dificultades. «Tienen en común con los indios que están fuera de la sociedad. Por eso les llaman 'black bascos'. Es una manera de decir que 'no son de los nuestros'». Eso se acaba con el asesinato de los tres pastores por el grupo de Shoshone Mike y la venganza de la comunidad al percibir ya a los vascos como unos integrantes más de ella.



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