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Enero y "Don Ata", el vasco Atahualpa Yupanqui (en El Heraldo de Concordia)

19/01/2017

Jorge Recarte, argentino de ascendencia vasca y que se encarga de difundir la cultura vasca, escribió la siguiente nota referida a uno de los más grandes cultores del folclore argentino. «Soy hijo de criollo y vasco. Llevo el silencio del mestizo y la tenacidad del vasco».

Enlace: El Heraldo de Concordia

María Rosario Eceheverría. Así, de este modo, dejó constancia Atahualpa Yupanqui, «Don Ata», como cariñosamente se lo llamaba. Nació el 31 de enero de 1908, en Campo de la Cruz, partido de Pergamino, provincia de Buenos Aires. Su padre empleado ferroviario, a pesar de llevar sangre nativa en sus venas, llevaba un apellido de origen vasco, Chavero. Este apellido provenía de los Chavero, de Pamplona. Su madre, Higinia Carmen Haran, también era vasca.

El autor de «Coplas del payador perseguido», entre otras notables creaciones suyas, realizó varias visitas al país vasco. El impulso de su sangre vasca lo llevó a estas tierras, no solamente para actuar, sino que, como era su costumbre, a recorrerlas sin darse a conocer.

De algunos de esos viajes, Atahualpa recordaba: «Al atravesar el País Vasco el paisaje me cultivaba: pinos, mar y monte, esa era la patria de mi madre, se apoderaba en mí una profunda emoción y fruto de ese estado de ánimo compuse unos versos que titulé, Madre Vasca».

Estando allí y en una de las numerosas cartas que enviaba a su esposa Nenette, en Buenos Aires, le decía: «Tengo actuación en Zaragoza, después en Pamplona, de ahí salieron los Chavero hacia Argentina, porque como sabes, mi apellido es vasco de Navarra».

El cantante y compositor Mikel Laboa escribió: «Toqué con él y la relación fue muy buena, cantaba composiciones suyas, siendo ‘Piedras y camino’ la más emblemática de ellas».

El investigador vasco Mikel Esquerro, se refirió así a Atahualpa: «Dejó su canto argentino en tierra vasca, como amante de la libertad, un don universal para todos los hombres del mundo, tal como lo manifiesta José María Iparraguerre en su «Gernika Arbola».

Atahualpa Yupanqui falleció el 23 de mayo de 1992 y sus cenizas descansan al pie de un roble en el paraje cordobés de Cerro Colorado. Coincidencia significativa, el roble cordobés y el roble de Gernika, el sagrado roble de los vascos.



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