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El 'barrio vasco' de Nueva York (en El Diario Vasco)

31/03/2019

El libro 'Newyorktarrak' rescata la memoria de los hermanos arrasatearras Altuna

Enlace: El Diario Vasco

Kepa Oliden / Arrasate, Gipuzkoa. Joseph 'Giputz' Altuna, nacido José Altuna en Arrasate en 1892, llegó a Nueva York abordo del New York procedente de Cherburgo el 22 de agosto de 1911. Este marino mercante llegaría a ser uno de los miembros más prominentes de la comunidad vasca en la ciudad de los rascacielos. Al igual que su hermano mayor Toribio (Arrasate 1890-Suffolk, New York 1981), llegado un año antes, y que su hermana María, afincada también en la ciudad y casada con el navarro Nicolás Luzuriaga (Los Arcos 1887-1967).

Los tres varones figuran entre los fundadores del Centro Vasco de Nueva York en 1913. Anna M. Aguirre y Koldo San Sebastián en su libro 'Newyorktarrak. Origen de la Comunidad Vasca de Nueva York, 1880-1955' (Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco) rememoran su protagonismo en la pequeña gran historia de una comunidad vasca que a la altura del año 1938 estaba constituida por «unas 400 familias y entre 2.000 y 3.000 individuos incluyendo los hijos nacidos en la ciudad».

La endogamia en el seno de esta comunidad, al menos entre los vascos de primera generación, es evidente: Toribio se casó con la gamiztarra Ángela Goikoetxea y José lo hizo con la markinarra Teresa Urquidi.

Marinos vascos

José, Toribio y su cuñado Nicolás fueron marinos, como casi todos compatriotas que se establecieron en Nueva York. Pero no tardarían en cambiar de oficio. La mayoría de los que formaron la primitiva comunidad vasca en la ciudad procedían de Urbaibai-Busturialdea. «De aquí son originarios, por ejemplo, diez de los trece fundadores del Centro Vasco», escriben Aguirre y San Sebastián. Los otros tres son los arrasatearras hermanos Altuna y su cuñado navarro.

Aquel predominio vizcaíno le granjearía a José Altuna el apodo de Giputz. Considerado uno «uno de los elementos más valiosos del Centro Vasco», Aguirre y San Sebastián reseñan en su libro que durante treinta años Altuna se encargó de cobrar las cuotas. Recorría la ciudad gracias a un pase de la New York City Bureau of Transportation en la que había trabajado y que le permitía desplazarse de forma gratuita. De esta forma visitaba personalmente las casas de los socios. Incluso algún domingo no era extraño ver a nuestro hombre en compañía se su esposa e hijos visitando a socios y recaudando cuotas al mismo tiempo. En todo el tiempo en que fue recolector de cuotas, el Centro nunca estuvo en números rojos, ni en los peores años de la Depresión.

José Altuna trabajó también como bombero, al igual que su hermano Toribio quien abandonó el empleo de bombero marino por otro en el Bellevue Hospital. Su cuñado Nicolás Luzuriaga llegaría a superintendente de bomberos. Pero el fuego de la nostalgia no la podía apagar y «dicen que encargó a Pedro Toja -que iba de visita a Euskadi- que le trajese un puñado de tierra de Los Arcos. Y así lo hizo. Además el alcalde certificó por escrito que la tierra era auténtica». Nicolás falleció en 1967 y fue enterrado con el saquito de tierra navarra.

Cherry Street

La mayor concentración de vascos durante los últimos años del siglo XIX y primeros cincuenta del siglo XX se localizó en la parte baja de Manhattan (Lower East Side), cerca de los muelles del East River. Como señalan Aguirre y San Sebastián en 'Newyorktarrak', durante casi sesenta años, su principal característica radicó en el hecho de constituir una población flotante de marinos así como aquellos que regentaban pensiones, billares, cantinas... para atenderla. La pequeña comunidad vasca vivía en un radio relativamente pequeño de bloques de

edificios aunque no eran los únicos habitantes de los mismos, formaba parte de lo que la prensa de la época llamaba 'barriada española'.

El corazón de esta minúscula comunidad es Cheer Estrit, como llamaban los vascos a Cherry Street. Cercan tenían sus restaurantes Elías Martin (Martitegui) o Melchor Rentería.

Cherry Street se encuentra a solo dos cuadras de los muelles del East River. En las primeras décadas del siglo XX, la mayor parte de los habitantes de la calle eran italianos y judíos centroeuropeos (que tenían el yiddish como lengua). Entre los españoles, había también tabaqueros asturianos, pensiones gallegas y algunos establecimientos regentados por valencianos y catalanes: peluquerías, sastrerías, restaurantes...

Una de las primeras familias vascas de Nueva York fue la de José Achabal, de Natxitua-Ea, el primer hotelero de Cherry Street y raíz de una saga de vascos que se ha prolongado durante cinco generaciones. Su historia es, probablemente, la mejor síntesis de la historia de la comunidad vasca en la ciudad. Achabal, marino de profesión había llegado a Nueva York en la década de 1880. Poco después, se reunieron con él su esposa Laureana Barainca, de Bedarona, y su hija Carmen.



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