Alex Zubiria. Un tiovivo a la salida del Ayuntamiento, un destino estival idóneo para la aristocracia durante muchos años, un casino y un moderno complejo para acoger diversos eventos que se ha convertido en el icono de la localidad. Las numerosas similitudes entre Donostia y Wiesbaden (Alemania) parecían destinar a las dos ciudades a convertirse en hermanas. Un hermanamiento que los habitantes de la localidad teutona reciben 37 años después de materializarse con más furor todavía si cabe.
“Llevo más de 30 años yendo a la tamborrada y pienso seguir haciéndolo”. Las palabras de Armin Klein, presidente de la Asociación del Hermanamiento y Tambor de Oro en 1980, en la cena vasca que acogió el Museo de la ciudad germana este miércoles reflejan perfectamente la pasión que suscita Donostia entre muchos habitantes de Wiesbaden.
Las casi 200 personas que acudieron a la velada no pararon de aplaudir cada vez que alguien hacía mención a la capital guipuzcoana. Unos vítores que incluso obligaron a detener el discurso del alcalde de Donostia, Eneko Goia, en más de una ocasión.
La relación entre los habitantes de Wiesbaden y Donostia va incluso más allá de 1981, año del hermanamiento. “Empecé a ir allí en los 70 y la ciudad ha cambiado mucho desde entonces”, contaba una vecina de la localidad, que, sin embargo, continúa volviendo “entre tres y cuatro veces al año”.
Para esta ocasión, los hermanos Xabier e Iker Zabaleta, del restaurante Aratz, se encargaron de trasladar la esencia de Gipuzkoa a tierras alemanas a base de kokotxas, queso Idiazabal y txakoli. Un menú que entusiasmó a los asistentes, grandes apasionados de la gastronomía vasca.
Con el objetivo de hacer el menú 100% vasco, los cocineros llegaron incluso a desplazar en furgoneta todo el género desde Donostia hasta Alemania.
VISITA A WIESBADEN. El jueves, el alcalde de Wiesbaden, Sven Gerich, recibió en el Ayuntamiento de la localidad a una delegación del Consistorio donostiarra desplazada hasta allí, en un acto que puso de manifiesto el buen ambiente reinante entre las dos alcaldías.
Antes, la delegación pudo conocer mejor la ciudad y el recientemente inaugurado Centro de Congresos Rhein-Main con una visita a pie acompañada de una guía. Por la tarde, fue el turno de descubrir el riesling, el vino de la región, en un viñedo cercano.
La visita finalizó con la inauguración de la exposición a Chillida en el Museo de Wiesbaden.
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