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En defensa de Aitzol Azurtza, en defensa de la Diáspora

21/10/2013

En estos últimos años me ha tocado trabajar codo con codo y relacionarme con mucha gente en la Diáspora. Una de las cosas humanamente más enriquecedoras y que hace que mi trabajo en este rubro merezca la pena es la gente que conoces, gente que --llevada por sus ideas y sentimientos, por el altruismo y la coherencia con valores, por cuestiones que a veces atañen a lo más valioso de uno mismo, a veces a su entronque con la familia, con lo más preciado que uno desea transmitir a su próxima generación, a cuestiones que muchas veces resultan difíciles de explicar pero no de sentir y compartir, quizás relacionadas con el cariño y el trabajo desinteresado por la comunidad y por la cultura de la que uno proviene o que ha hecho suya y que desea compartir-- trabaja desarrollando una labor impagable, disponiendo generosamente de su tiempo libre y muchas veces perdiendo dinero o aportándolo directamente de su propio bolsillo porque así lo requiere la labor que realiza en el seno de su asociación, euskal etxea o centro. La Diáspora es así, está compuesta por mucha gente así. 

Una de esas personas es Aitzol, Aitzol Azurtza, a quien conocí siendo el profesor de euskera que fue en Euskal Etxea de Miami, desde donde pasó a Nueva York, para desarrollar en el centro vasco de la Ciudad de los Rascacielos su labor en favor del euskera y de la cultura y el legado vasco que impregnan su vida, en diferentes puestos, siendo el último de ellos el de presidente de la euskal etxea neoyorquina, en un momento crucial de la entidad como era el de su Centenario. Era un puesto de gran responsabilidad, que implicaba mucho trabajo y dedicación, cuya aceptación sólo puede entenderse desde la vocación de servicio y el compromiso. El puesto constituye, sí, un honor y un privilegio, pero no es ningún regalo.

Llevado por su sentido de la responsabilidad y el compromiso, Aitzol aceptó el puesto, en el que, además  de las labores inherentes al mismo --y como cabía esperar en una organización voluntaria en la que muchas veces el trabajo a realizar supera el número de brazos disponibles--, ha tenido que limpiar, barrer, poner mesas y sillas y ejercer en múltiples ocasiones de voluntario de a pie. Porque es lo que toca en nuestras euskal etxeak. Y lo ha hecho de buen grado. Sin remuneración. Con la mejor voluntad. Sin afán de protagonismo. Asumiendo y representando el carácter plural y apartidista que caracteriza a la institución. Sumando y aportando desde su propio ser, como el resto de integrantes de Eusko Etxea of New York.

Seguro que ha tenido fallos. Seguro. Pero no de falta de voluntad, ni de mala voluntad, ni de intenciones o intereses espurios, ni de querer sacar tajada o de instrumentalizar nada. Se le pidió que asumiera un compromiso y así lo hizo, porque hacía falta. Es el espíritu del Euskadik  behar zaitu. Y desde aquí, en nombre de la gente de Eusko Etxea, de la Diáspora en la que me inserto y de ese universo vasco que compartimos los vascos allá donde nos hallemos, se lo agradezco, en lo que pueda valer esta gota de opinión.

Vaya desde estas líneas mi apoyo a  Aitzol ante la infame campaña que algunos medios y opiniones interesadas han levantado en su contra, aireando cuestiones de su vida personal que nada tienen que ver con su labor al frente de Eusko Etxea de Nueva York, además de lanzar al ventilador de la porquería un cúmulo de falsedades en un intento deliberado de arruinar lo que no ha sido sino una labor limpia y una celebración motivo de alegría en una Diáspora a la que no le sobra ninguna sinergia ni apoyo.

Respecto al origen de la controversia, ni siquiera voy a entrar en los motivos del enfrentamiento y el desacuerdo sobre la Gala y el famoso video. En la Diáspora se trabaja duro y ni Eusko Etxea de Nueva York con su historia centenaria, ni las colectividades vascas en el mundo ni la propia Euskal Herria de la que todos formamos parte nos merecíamos lo que ocurrió. El lehendakari estuvo el sábado departiendo informalmente con los delegados participantes en la reunión de NABO. Bravo, se ganó muchas adhesiones de gente que hasta ese momento no le conocía. ¿Cómo se pasó de ahí al ultimátum del domingo? 

El diálogo en general es clave en la vida, también en nuestras relaciones con la Diáspora que, no lo olvidemos, está compuesta por personas voluntarias que se dejan su piel en las euskal etxeak. Porque me niego a creer que los vascos tengamos vocación de ser "pocos y mal avenidos". La Diáspora dispone de sus propias coordenadas, que coinciden en una parte y en otra no, con las de Euskadi, y lo justo es aproximarse a ella desde el respeto y el diálogo, sobre todo si hay buena voluntad mutua. Todos hemos de intensificar nuestros esfuerzos y anteponer, desde el diálogo, el bien común al interés inmediato o partidario. ¿Qué marca Euskadi y Basque Country queremos vender si no?

Sólo si somos capaces de anteponer el interés general a cualquier otro tendremos futuro. Desde el cariño, porque todo esto va de cariño, de hacer país, de trabajar por nuestra gente y aportar nuestra mejor contribución al mundo. Yo al menos así lo entiendo.

[Después de un buen número de comentarios zafios y faltones y viendo el tono en el que insistían algunos de los escribientes, hemos resuelto eliminar y suspender en esa entrada la posibilidad de feed-back. Lo lamentamos y lamentamos de igual modo cualquier perjuicio que involuntariamente hayamos podido causar a personas y familias aludidas en los citados comentarios]



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Joseba Etxarri

Joseba Etxarri

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